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El manual de investigación que un detective nuevo debería consultar

«Pone nombre a lo que venimos haciendo de forma instintiva», dice su autor, profesor de Criminología y detective


«Hacía falta un punto de partida académico. La profesión de detective privado ha alcanzado un nivel muy interesante en España. Muchos profesionales están escribiendo sobre nosotros, sobre el valor de nuestra prueba, sobre la legalidad de nuestro trabajo y de los medios que empleamos... Sin embargo, faltaba algo que pusiese nombre a lo que venimos haciendo de forma instintiva. Que recogiese, a modo de diccionario o glosario, cada cosa».

Así justifica su autor, David Magín Blanco, el manual «Investigación privada, teoría y práctica» (Delta Publicaciones). Es detective y profesor de Criminología en la Universidad Rey Juan Carlos, en Madrid. «En él describo de la A a la Z todos y cada uno de los factores que intervienen en el trabajo de un detective privado, desde la óptica de la dirección de un despacho de investigación». «Teorizo todo lo que sucede desde que entra el cliente a la oficina hasta que se entrega el informe final. Analizo y explico cada cosa, los distintos tipos de clientes, de investigaciones, de seguimientos, medios o equipos de grabación», explica este madrileño criado en La Puebla de Almoradiel (Toledo).


Fondo de consulta

El epítome va dirigido, en primer lugar, a los estudiantes o nuevos detectives. «Éste es el manual que a mí me hubiera gustado tener en la universidad», sentencia Blanco. «También para los profesores de investigación, porque les sirve de guía para preparar la asignatura; a investigadores de cualquier otra rama vinculada, como el derecho, la seguridad o la pericia; y a periodistas y apasionados de la materia». Asegura, «sin ánimo de ser pretencioso», que su manual «tendría que estar en todas las bibliotecas y universidades como fondo de consulta».


Como profesor universitario, es muy consciente de las dificultades que tienen los docentes para diseñar una asignatura de investigación. «No hay apenas material de uso académico, y los conceptos tratados en lo poco que hay es bastante contradictorio, ya que la mayoría de lo que existe es antiguo y no está actualizado al mundo contemporáneo», se lamenta.

Algunas de las cuestiones que aparecen en su manual las explica por medio de ejemplos extraídos de casos reales, aunque no es el fin de su obra,. «En la actualidad, estoy terminando otro libro en el que sí expongo lo más íntimo de mi trabajo -añade-. Tengo un contrato con una editorial que espero recibir en los próximos meses el manuscrito final de una obra que recoge anécdotas, casos que me han dejado huella, cómo me ha cambiado este trabajo y conclusiones muy profundas sobre lo que vemos y vivimos cada día».

Su despacho profesional, Agencia Gran Vía, está en la misma arteria madrileña, la calle más conocida y transitada de la capital de España. Pero a David Magín Blanco lo de detective privado no le viene de vocación. «Mis inquietudes iban por otro camino. De joven me apasionaba el mundo de la radio, la música y la comunicación. Hice mis pinitos en radio y televisión, y estudié música en el conservatorio. Tuve mi banda, y me gané la vida como cantautor», cuenta.

Después de dar muchos tumbos trabajando en empresas de todo tipo, llegó a una oficina de cobro de morosos a finales de los 90. «Entonces me di cuenta de que lo que más me gustaba era localizar a las personas, tenía creatividad de sobra para inventarme cualquier cosa y poder dar con ellos rápidamente». Y decidió estudiar investigación privada y trabajar a la vez con una agencia. Luego estudió criminología y ciencias de la seguridad, tramitó su licencia e instaló un pequeño despacho en la Gran Vía madrileña.


Los encargos se multiplican

Sobre la situación profesional de la investigación privada en España antes del estado de alarma, Blanco afirma que pasaba por un buen momento. Pero, de pronto, todo se paró. «Ya no había a quien seguir, todo el mundo en su casa. Durante la pandemia recibimos algunos encargos: localizaciones de personas, estafas por internet,y alguna que otra infidelidad. Porque había quien aprovechaba su hora de deporte para perderse en la oscuridad del bosque con su amante».

Afortunadamente, al acabar el confinamiento los encargos se multiplicaron. «Problemas laborales, localización de deudores, fraude mercantil...». Y David Magín no consigue salir de la calle, algo que compagina con sus clases como profesor en la Universidad Rey Juan Carlos, donde está terminando el doctorado, «por supuesto, en investigación privada».

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